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    Durante la cuarentena es natural encontrar en qué ocuparse en casa para pasar el tiempo, y nosotros apoyamos el compartir familiar. En pro de estas acciones, la unión con buenas historias es una actividad terapéutica que ayuda a entretenerse y conectar entre todos los miembros del hogar, en especial cuando se comparten con los pequeños de la casa.

    Por ello traemos en este artículo una lista de historias cortas pero interesantes que pueden terminar entre risas y reflexiones:

    El cuento de la lechera

    “Érase una vez una joven lechera que llevaba un cubo de leche en la cabeza, camino al mercado para venderla. Durante el camino, la soñadora joven iba imaginando lo que podría lograr conseguir con la leche. Pensó que en primer lugar y con el dinero de la venta compraría un canasto de huevos, los cuales una vez eclosionaran le permitiría montar una pequeña granja de pollos. Una vez estos crecieran podría venderlos, lo que le daría dinero para comprarse un lechón.

    Una vez este creciera la venta del animal bastaría para comprarse una ternera, con la leche de la cual seguiría obteniendo beneficios y a su vez podría tener terneros. Sin embargo, mientras iba pensando todas estas cosas la joven tropezó, lo que provocó que el cántaro cayera el suelo y se rompiera. Y con él, sus expectativas hacia lo que podría haber hecho con ella.”

    Este cuento, nos enseña la necesidad de vivir en el presente y que a pesar de que soñar es necesario también debemos tener en cuenta que ello no basta para lograr nuestros propósitos. Inicialmente, es una pequeña historia que nos avisa de tener cuidado con que la ambición no nos haga perder el sentido.

    La sospecha

    “Érase una vez un leñador el cual un día se dio cuenta que no tenía su hacha. Sorprendido y con lágrimas en los ojos, se encontró cerca de su casa al vecino, quien como siempre lo hacía le saludó sonriente y amablemente.

    Mientras éste entraba en su casa, el leñador de repente empezó a sospechar y pensar que tal vez hubiese sido el vecino quien le había robado el hacha. De hecho, ahora que lo pensaba bien su sonrisa parecía nerviosa, tenía una mirada extraña e incluso hubiese dicho que le temblaban las manos. Bien pensado, el vecino tenía la misma expresión que un ladrón, caminaba como un ladrón y hablaba como un ladrón.

    Todo ello iba pensando el leñador, cada vez más convencido de haber encontrado al culpable del hurto, cuando de repente se dio cuenta de que sus pasos le habían llevado de nuevo al bosque donde había estado la noche anterior.

    De pronto, tropezó con algo duro y cayó. Cuando miró al suelo… encontró su hacha. El leñador volvió de nuevo a su hogar con el hacha, arrepentido de sus sospechas, y cuando vio de nuevo a su vecino vio que su expresión, andar y manera de hablar eran (y habían sido en todo momento) las de siempre.”

    Esta historia corta, la cual forma parte de muchas tradiciones, pero al parecer tiene su origen en China, nos sirve para aprender que a veces nuestros pensamientos y sospechas nos hacen tener percepciones distorsionadas de la realidad, pudiendo llegar a malinterpretar situaciones y personas con gran facilidad. También nos enseña a no acusar a alguien gratuitamente hasta tener pruebas reales de aquello de lo que le acusamos.

    La gallina de los huevos de oro

    “Érase una vez una pareja de granjeros que, un día, descubrieron en uno de los nidos en los que criaban gallinas un huevo de oro macizo. La pareja fue observando que el ave producía tal prodigio día tras día, obteniendo cada día un huevo de oro.

    Reflexionando sobre qué era lo que hacía que la gallina en cuestión tuviese esa habilidad, sospecharon que ésta poseía oro en su interior. Para comprobarlo y obtener todo el oro de una vez, mataron a la gallina y la abrieron, descubriendo para su sorpresa que por dentro la prodigiosa ave era igual a las demás. Y también se dieron cuenta que, en su ambición, habían acabado con aquello que les había estado enriqueciendo.”

    Esta fábula, nos enseña la importancia de dejar de lado la codicia, ya que nos puede conducir a perder lo que tenemos.

    El zorro y las uvas

    “Había una vez un zorro que caminaba, sediento, por el bosque. Mientras lo hacía vio en lo alto de la rama de un árbol un racimo de uvas, las cuales deseó al instante al servirle para refrescarse y apagar su sed. El zorro se acercó al árbol e intentó alcanzar las uvas, pero estaban demasiado altas. Tras intentarlo una y otra vez sin conseguirlo, el zorro finalmente se rindió y se alejó. Viendo que un pájaro había visto todo el proceso se dijo en voz alta que en realidad no quería las uvas, dado aún no estaban maduras, y que en realidad había cesado el intento de alcanzarlas al comprobarlo.”

    Otra interesante historia corta en forma de fábula que nos enseña que a menudo nos intentamos convencer a nosotros mismos de no querer algo e incluso llegamos a despreciar dicho algo por el hecho de que encontramos difícil llegar a alcanzarlo.

    El lobo y la grulla

    “Érase una vez un lobo el cual, comiendo carne, sufrió el atasco de un hueso en su garganta. Esta empezó a hinchársele y a generarla gran dolor, corriendo el lobo desesperado intentando sacárselo o encontrar ayuda. Durante su camino encontró una grulla, a la cual tras explicarle la situación suplicó ayuda prometiéndole darle lo que le pidiera. A pesar de que desconfiaba, la grulla aceptó con la condición de que el lobo cumpliera lo pactado. El ave procedió a introducir su cabeza por su garganta, consiguiendo que el hueso se desprendiera. Se retiró y observó como el lobo se recuperaba, pudiendo ahora respirar con normalidad, tras lo cual le pidió que cumpliera con lo prometido. Sin embargo, el lobo contestó que suficiente recompensa era no haberla devorado pese a haberla tenido entre sus dientes.”

    Esta fábula, nos enseña que no siempre podemos fiarnos de lo que nos dicen y prometen los demás, dado que habrá quien nos será ingrato o incluso quien nos mentirá y manipulará para lograr sus propósitos sin valorar el propio esfuerzo.

    Enseñar y educar a través de historias ejemplares es una bonita forma de generar debates familiares amenos que pueden durar horas, con grandes lecciones de vida.